Episodios
Lúbricos.
Manzanilla, té verde y miel,
sonrisas lejanas, recuerdos latentes, la fuerza de la desesperación y la
sonrisa ante la inmensidad de una felicidad que no tiene sentido ni principio,
la absoluta fascinación de la sorpresa al encontrarse con una realidad tan
ajena a mis sueños, a mi mundo, mantenerme atada a una libertad que pretendo defender, cebras,
libélulas, engaños; me quito el reloj ése amarillo con celeste que de niña pequeña
que me regalo mi padre, me quito las cadenas de ese amor que tanto me hizo
disfrutar de los malos sabores, me quito las ganas de permanecer al lado de mi
imposible imaginario, camino por calles vacías, guardo entre labios apretados
una muequita de victoria.
Sábado, jueves, madrugadas,
la vida a golpe de cuatro, un veintiuno, siete, pasos constantes que se
confunden con obras clásicas, argumentación y lógica sin columna vertebral,
gritos de aquella mujer que observo atenta en el espejo, insomnio, lucha,
gemidos ocultos en letras sin destinatario, la fe y las ganas de ella, volver a
crecer, sentirme de diez, no recordar esos diez, él, cabellos rizados danzando
en el viento, humo denso paseándose por la ciudad, conciertos internos,
intimidad, pánico, pesadillas, movimientos mundiales, desconocimiento de un
hogar, encajar tan fácil en cualquier espacio vacío que resulte cómodo,
aislamiento, mariposas, cigarrillos, cucarachas, vino, ver caer al caído, caer
con él, homosexuales, bisexuales, yo, mentiras, orgasmos, relaciones eternas,
eternos engaños, Mérida, Venezuela.
La desnudez y reconstrucción
de piel con palabras, cerrar los ojos y volar, sentir como poco a poco el alma
va bailando lento una canción escrita con los pies, café negro, azúcar morena, saber
que nunca fuimos correctos, saber que moriría mil veces a tus pies, pararnos de
frente y negar lo malo, descomponer y volver a crear conceptos, querer contar
esta historia lo mejor posible y sonreír en cada punto y aparte, bajar la
cabeza, soltar una lagrima y respirar profundo en el punto final, saber que no
puedo buscar respuestas porque ninguna se salva de ser equívoca, mirar hacia
adelante y empezar escarbar en el lodo las preguntas, ojos que brillan, olor a
flores entre sus senos, una pesadilla diaria en su nombre hasta que se cumplan
los mil cuatrocientos días que nos amamos, quemar el mar, diluir la montaña,
tres lágrimas, rechazo a números pares, mora, caminar sobre chocolate
congelado, una virginidad robada y al mismo tiempo entregada con respeto y todo
el amor absoluto que una niña de diecisiete años puede estar segura de poseer,
filosofía en el tocador, Marques de Sade, Hazael Valecillos y las ilusiones que
vienen atadas a él, admiración, mejillas coloreadas, corazón arrebatado, pasos
quebrados, zapatos altos, firmeza en las nubes, The Beatles, violeta, helados
cubiertos de ron, oír, escuchar, callar,
fotografías, repetirse errores en voz alta, aceptación, orgullo, poca
capacidad de entender un mundo conservador, dar vueltas sin sentido a través de
la historia y tratar de sacar una conclusión acertada acerca de ¿Cómo
terminamos aquí?, desatino.
Amérika Guerrero.
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