miércoles, 7 de noviembre de 2012

Señor.



El fue como un corazón agitado con paso doble de fondo, yo no podía hablar o respirar cerca, me hacía pis tal cual quinceañera enamorada de ese misticismo perturbador que lo caracterizaba, escucharlo hablar era apagar y disecar almas, quemar la basura que habían introducido en mi cabeza hasta ese momento, era asentir y discutir, era cielo...placer de ese calientito y culpable, mis mejillas solían estar tan rojas como mis labios, y mi cuerpo de adolescente crecidita que solía embriagar, el lo tomaba en cuenta y lo ignoraba a su antojo, y yo no sabía sí subir mi falda, sí usar mas negro, sí usar zapatos altos, sí sonreír, sí dejar que viera el brillo en mi mirada o sí ocultarlo con miles de capas de maquillaje negro, no sabía si le interesaba. Mi guerra empezó esforzándome por hacerle saber que valgo la pena, como persona, como intelecto y lo logré, quedarme en su cabeza algún tiempo, también, pero besarlo con esa pasión confusa de nenita que a penas tiene 18 y delira con su profesor de 30, fue demasiado cliché para mi, a pesar de eso quise tenerlo siempre cerca, latente, verlo de lejos, leerlo en silencio, derretirme en sus palabras, en sus sarcasmos, en su humor, en sus comparaciones tan extrañas y desbordantes de sentido, en su constante recurrencia al señor de los anillos o star wars.


Mi técnica era escucharlo y cuando no se diera cuenta responder, quizás su técnica ingenua o su trabajo era ignorarme, tenía muchos mas alumnos, lo sé, y yo sólo luchas constantes conmigo misma, no sabía que era mejor si hacerme la descorazonada o dejar notar cómodamente que el hacía que se colorearan mis mejillas, obviamente nunca encontré respuesta; luego quise hipnotizarlo con mis piernas largas y entonces pasaba horas vistiéndome para ir a clases, pero supongo que confíe demasiado en mi cuerpesito de 18 años ése que debido a lo que lleva por dentro y lo que se toca, discute constantemente con mi virginidad y mi ninfomanía, -no funciono-, por último opte por rendirme, por olvidarlo, quería que el semestre terminara lo mas rápido posible, ya no verlo para que no ''rompiera'' mas mi corazón y mi sobre todo mi ego; las cosas pasaron a ser a su antojo, es decir, nada paso...Algunas veces me veía en la facultad y me saludaba, otras compartíamos libros, música, textos, yo siempre suspirando, sonriente con el corazón acelerado, y él?. Él siguió distante y confundiéndome, hoy lo vi de nuevo, asistí a una de sus clases y me sentí tan cualquier cosa, de relleno, inexistente...pero bueno ¿Qué es la realidad? -aún espero que el me lo explique, en mi mundo de espirales, donde él, es el Dios.



Yo sé que tiene al verdadero profesor escondido en el sótano de su casa y a mi esa camisita de linterna verde no me engaña. El abofeteo mi mundo e hizo que mi concepto de orgasmo comenzara con su nombre, aunque no me ha tocado, el cuerpo al menos.



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